La niña y la luna

Había un camino privado de recuerdos
senda despoblada a la luz de una luna
única presente de los pasos de una niña
que sin saber por qué avanzaba
por una vereda con olor a muerte.

Cada piedra un grito de agonía
cada segundo un temor más a su vida
vestido desgarrado
ondeando al son de un aire despiadado
que no tiene anhelo ni sonrisa.

La niña mira al cielo
y es que está tan oscuro
sólo un astro brillante en el firmamento
y las lágrimas de antiguos recuerdos
resbalando por las mejillas
de lo único que en ese mundo respira,
de lo que queda de ese ángel negro.

Llega a unas ruinas
cuando cruzan dos estrellas fugaces
levanta los ojos llorosos
y exhala pura ironía
las puertas de una ciudad abren
y las calles desoladas
gritan la injusticia de la vida.

Bajo la luz de su amiga
se cobija entre dolor y muerte
mira hacia el horizonte
y el corazón se le rompe en pedazos
se oye un grito desgarrado
y la luna, entristecida, la duerme entre sus brazos.

Pasa el tiempo…. pasa….
no sabe si es vida o muerte
pero el corazón sediento de venganza
se le endurece, un esfuerzo más
y la mujer se levanta
aprieta sus puños
y golpea al viejo muro
que no sufre por el golpe
lo que ha presenciado es suficiente
como para no sentir siquiera su propio desplome.

Hay un camino privado de sentimientos
senda despoblada a la luz de su propia mirada
fuego presente de los pasos de una mujer
que sin saber por qué se marchaba
por una vereda floreciente
que no llegaba a su alma
ángel negro cargado de pasado
que lleva en su mirada
los desvaríos de haberse codeado con la muerte
pobre niña que no sale
ni una mirada atrás,
ni una mirada al cielo
mejor no ver a su vieja amiga
derramando las lágrimas bajo el intenso sol
que no le deja rozar su pasado encanto
ahogado entre gritos
de una noche de lamento y llanto.

rancaru

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