
Tras bajar por la ladera,
tras saltar bajo la luna,
cayó mi alma en ayunas,
!Dios mío! cayó mi alma sobre aquellas dunas.
Sólo una sabe,
dónde dunas de fuego
dónde dunas de cielo,
aunque todas te tragarán
y la vida se convertirá en anhelo.
Destrozan vidas,
las cubren como tumbas
un alarido de penumbra
y un adiós a la duda.
Ese intenso sol
es lo único que queda;
sol abrasador
que ciega y deshiela
te despierta del letargo
y te lanza un grito de luz,
luz que te dice: levanta,
luz que te dice: vive,
pero tras esa luz
están las dunas,
y no lograré pasarlas
pues me están ahogando,
y volaré sin reparo
hasta que llegue a ese cenit
hasta que ese mal me de descanso
y una vez ya en mi tumba
pueda decir: Mamá, mece mi cuna,
que al fin me estoy enamorando.