Como si fuera de oro,
como si fuera de plata,
Ella siempre está ahí,
¡Ella es la Inmaculada!

Su alma bordada está
por fino lino del desierto,
quién diría que para protegernos
lo utilizaría sin miedo a perderlo.

Pues su hijo era lo más querido,
era mantón de fino lino,
todo esto era para Ella
aquel querido hijo.

Nosotros se lo arrancamos,
nosotros lo destrozamos,
aquel mantón de lino
terminó en nuestras manos.

Una vez maltratado
fue insultado y agredido
y todo eso acabó
cuando su vida al fin se apagó.

Todos le creían muerto
pero su alma perduraba todavía,
y Él resucitó al tercer día,
tal como les dijo a los que le seguían.

Esto alegró mucho a los cristianos,
pero en especial,
a nuestra Virgen María.

Jesús cumplió su misión,
las puertas del cielo,
abiertas nos las dejó
para que todo el que se lo merezca
pase a través de ellas buscando a su Salvador.

Pero aunque parezca que no,
esto dejó huella en nuestra Virgen,
que triste estaba,
pues había perdido a su hijo
y no pudo hacer nada.

Ahora Virgen santa y bendita
espero que me escuches,
pues no soy nada, simplemente un estudiante
que te ha dedicado esta especie de oración.

Vigila nuestras almas,
haz que vayan por buen camino
pues aunque yo no te vea,
se que estas guiando nuestras vidas.
No te preocupes demasiado por esta humanidad,
porque a pesar de todo, una gran parte se salvará.

Pero antes de terminar este escrito,
te voy a rogar una cosa,
cuando muera, quiero verte
aunque sólo sea una vez en mi eternidad,
pues yo sólo vivo, para llegar a ese buen final,
un final en el que te vea y sienta,
un final en el que te pueda decir hola,
un final en el que pueda abrazarte
y decir que eres mi Auxiliadora.

Por eso María ayúdame a creer en completo
de todo lo que he dicho y hablado,
pues que sería de mí si esto no fuera cierto,
¿A dónde iría mi fe?, ¿A dónde iría mi alma?.

Porque yo te quiero,
y por eso te pido y ruego
que sigas siendo para mí,
luz y camino,
eternidad y belleza,
futuro y proyección,
pero ante todo,
La Virgen de nuestra Salvación.