
Llegó la primavera, llegó;
las flores lo sabían,
abiertas estaban
esperando esa mañana.
Esa mañana en la que ese sol saliese
con esa luz potente y llena de alegría.
Los pájaros avisaban
como mensajeros de la vida,
de la vida y de la esperanza,
de la esperanza y de la nada
pues esa primavera, pasaría.
Y llegaría el otoño,
y las hojas de los árboles caerían
y llegaría el invierno
y la muerte reinaría
sobre ese bosque
en el que todo era alegría
Los animales que salían
ahora se están escondiendo,
las flores que se abrían
ahora se están encogiendo.
Ninguno ríe, ninguno
pues todo lo que disfrutaron
ya se les ha olvidado,
como a ti, amada mía,
pues esta historia es la tuya y la mía
me tuve que ir, por sólo unos días,
y en ese tiempo, te fuiste,
te fuiste con el invierno.
Y yo ahora, me pregunto todos los días:
Amada mía, ¿No prefieres nuestra antigua primavera a este nuevo invierno?
Tu respuesta no la sé, pero la mía siempre será la misma, y es:
Te quiero.