Un sin mirar, un sin amor

En este mundo que prohíbe
concibo destino y sino,
que sin poder acariciarlo,
vislumbro en un resquicio.
Quizás no sea el mío,
pero qué es sino veo,
qué calor si no siento,
miro, grito y lloro,
por un ser sentido,
salto, hablo y río,
por un saber nacido.
Esperar quizás a un mirar,
por cerradura de un cuarto,
que más de un capaz,
pudiera siquiera el pasar.
Mas viene esa luz,
o quizás oscuridad,
retornando aquella soledad,
pues sin ser penumbra,
envuelve y miente,
crea y engaña,
vive y se acaba.
¡Qué tórrido desperezo!,
para un triste enemigo,
simplemente por un agujero,
entre mis recuerdos,
ya que ni siento rodeo,
quizás curiosidad,
más para qué un esperar
si todo es vivir.
Pudiera ser sin sabor,
entre fresas y nata,
pero mucho es ya estar,
como para caer en gracia,
es un color que no distingue
un volar entre palomas
una noche de luna
siendo estrella,
aunque tal vez esa sea,
a la espera de un cometa.
Y es que alumbra,
rey y señor del firmamento
cual sea su posición,
pues cae cerca,
tan cerca,
que lo siento en mí,
tan adentro,
que acaricia un corazón,
para señor extraño,
pero que sentía
y era olvidado,
que lloraba,
y por él brotaban lágrimas,
por un querer y no darlo,
por un enjuiciarlo, y no amarlo.

rancaru

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