
Son doce años,
estudiando bajo tu amparo,
son doce años,
y han pasado.
Virgen de mi vida,
has criado a un cristiano,
pero éste se vuelve melancólico,
porque quiere ir de tu mano.
Materialmente hablando,
dejo atrás estudios
caminando hacia lo desconocido,
me lanzo,
como si todo lo que me rodease
fueran sueños de antaño.
He vivido entre traslúcidos muros de amor,
he crecido entre personas rebosantes de pasión,
gracias por darme cariño y alegría,
gracias por darme cultura y razón.
Dada la hora, amor más pasión es lo que ofrezco yo.
Encrucijada tal vez en mi vida,
optar por un haz o envés
pero es que para mí no importa,
ya que mi elección fuiste tú,
y me acogiste como hijo
y me otorgaste calor y cobijo,
pero ante todo, me diste amor, amor.
Y es que lágrimas no hay,
pues es regocijo,
dolor para el pasado
tras recibir tu ser y persona
recuerdos de una iglesia
que me crió y enseñó,
y es que ni consejo necesito,
pues te quiero, te quiero
tras esa cortina de nubes,
tras ese manto de magia
que ondula cual bandera sobre espalda,
te quiero tanto que pareces ser mi tiempo,
te quiero tanto que ni escribirlo puedo.
Se me saltan las lágrimas,
porque quiero ese momento,
paralizaría mis sentidos
por estar contigo en cielo.
¡Oh! Virgen de mi vida,
¡Oh! Madre mía.
Que tras mi turbia persona,
se abra un claro de luz,
que sea claridad por sombra,
otorgando frescura a mi persona,
que me convierta al fin en hijo tuyo
y te pueda llamar madre de mi Alianza.
Más algo se interpone,
y es que soy ser de tumba,
un indeseado oscuro perfil,
que me intenta alejar día a día de ti.
Pero es que, deseo, ansío, anhelo,
ver tu cara tras ese sueño,
acariciar tu mano es mi empeño,
abrazar tu esencia tras mi querido recuerdo
estar contigo mi eterno ruego.
Sigo con mi vida,
y te llevo dentro de mí,
tras todos esos años
no veré un solo recuerdo morir,
ya que gracias al “Sol”, está la “Tierra”,
y debido a “ésta” existe el amor,
que lo sepas “estrella” mía,
gracias a que tú existes,
en la vida perduro yo.